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¿De dónde proceden las vibraciones?

Es muy difícil evitar las vibraciones, y aunque este efecto puede dañar por ejemplo al cuerpo humano, no siempre son malas, a veces nos avisan que un equipo está fallando o necesita mantenimiento y reparación. Es una suerte que MideBien sea distribuidor de los equipos que pueden medirlas.

En la práctica es muy difícil evitar las vibraciones. Se suelen producir por los efectos dinámicos de la tolerancia de la fabricación, las holguras, los contactos de rodadura y fricción entre las piezas de las máquinas y los desequilibrios de los elementos giratorios y alternativos. En ocasiones pequeñas fuerzas insignificantes pueden excitar las resonancias de elementos estructurales y convertirse en fuente de considerables vibraciones y ruidos.

A veces las vibraciones mecánicas realizan una misión útil. Por ejemplo, se emplean en las tolvas de componentes, los vibradores de hormigón, los baños de limpieza por ultrasonidos, las taladradoras de rocas y los hincapilotes. También, se usan las máquinas de ensayo por vibraciones reguladas a productos y subproductos en los que se desea examinar su respuesta, estática o dinámica, para valorar su resistencia a las vibraciones.

Una necesidad absoluta en todo trabajo de vibraciones, ya sea en el diseño de máquinas que utilicen su energía o en la creación y mantenimiento de las demás, es la obtención de una descripción precisa de dichas vibraciones.

Vibraciones como indicadores del estado de las máquinas

Raramente se averían las máquinas sin advertirlo: mucho antes de que el colapso las inutilice hay señales de amenaza. El deterioro se caracteriza casi siempre por un aumento de las vibraciones, que se puede medir en alguna superficie exterior y tomarse como indicador del estado de máquina. Con el mantenimiento preventivo las reparaciones se realizan a intervalos fijos, basados en la esperanza mínima de vida para las piezas sometidas a desgaste. Aplazando las reparaciones hasta que el nivel de las vibraciones señala su necesidad, pero antes del colapso, se evitan los desmontajes innecesarios (que a veces producen averías) y los retrasos de fabricación.

Este mantenimiento de las máquinas “por los síntomas” ha resultado económicamente ventajoso al aumentar el tiempo medio entre paros y seguir evitando la sorpresa y efectos de las averías inesperadas. Está técnica se utiliza hoy mucho, en especial en las máquinas de funcionamiento continuo.

Lo mejor para establecer el nivel tolerable antes de iniciar una reparación es la experiencia. La opinión general es por un “nivel de actuación” de 2 a 3 veces, (6 a 10 dB), el considerado normal.

Con el análisis en frecuencia se puede identificar la fuente de muchos de las componentes presentes. El espectro de una máquina en su estado normal se puede tomar como “una rúbrica” de referencia. Los espectros posteriores se compran con ella y se podrán detectar la necesidad de actuar y la causa de la perturbación.

 

Las vibraciones y el cuerpo humano

Se ha reconocido desde hace mucho que los efectos de las vibraciones sobre el cuerpo humano pueden ser graves. Los obreros pueden sufrir visiones borrosas, pérdida de equilibrio, pérdidas de concentración, etc. En algunos casos, vibraciones a ciertas frecuencias y niveles pueden dañar de forma permanente a órganos internos del cuerpo.

Durante los últimos 30 años se han recogido datos sobre efectos fisiológicos de las herramientas vibratorias sujetadas con la mano. Es muy conocido el síndrome del “dedo blanco” entre los cortadores de árboles que manejan sierras mecánicas de cadena. Se produce una degeneración gradual de los tejidos vasculares y nerviosos, y el obrero pierde habilidad y sensibilidad manuales.

Actualmente se preparan normas sobre vibraciones que fijarán los espectros máximos tolerables en las asas de las herramientas mecánicas manuales.

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