Los laboratorios farmacéuticos libran una batalla constante con patógenos bacterianos y otros contaminantes que pueden comprometer la seguridad y eficacia de los medicamentos que producen. Especialmente los pirógenos bacterianos (endotoxinas y exotoxinas) que, cuando están presentes, pueden causar fiebre.
Como las técnicas tradicionales de esterilización no son efectivas en estos pequeños organismos, los laboratorios emplean un proceso llamado despirogenación para asegurar que sus soluciones y superficies estén libres de bacterias.
La despirogenación (o esterilización por calor seco) utiliza aire extremadamente caliente a temperaturas superiores a 350 °C para quemar los pirógenos bacterianos. Los hornos supercalientes, llamados túneles de despirogenación se utilizan para generar el calor necesario.
Los frascos de vidrio, utilizados para el almacenamiento de productos farmacéuticos, se colocan en el túnel, donde viajan a través de varias zonas de calor y se someten a un calor extremo y seco, eliminando los pirógenos.
Cada zona de esterilización dentro del túnel de despirogenación contiene sensores de temperatura.
Como requisito reglamentario y para garantizar que el túnel funcione correctamente y dentro de las especificaciones, todos los esterilizadores de calor seco se someten a una rigurosa inspección y validación. Esto hace que sea fundamental que los sensores integrados se sometan a una calibración de temperatura regular.
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